Descafeinar a la CNDH

No es nueva la animadversión de AMLO a las instituciones de derechos humanos.

Hay historia cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México. Ya como presidente no se ha cansado de agredir con incontables generalizaciones de que las organizaciones de derechos humanos de sociedad civil son conservadoras y
ligadas a los grandes potentados.

Falso, las organizaciones de sociedad civil son muy diversas. Diversidad que no quiere reconocer la presidencia. También se ha
lanzado contra la CNDH al no recibir su informe anual, atacó a la institución al negarse a aceptar la recomendación de estancias infantiles y ha dicho que ha callado como momia cuando quien ha callado es su gobierno al negarse a políticas de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

Ahora hay varias iniciativas en el Congreso para descafeinar a la CNDH. Algunas de las modificaciones propuestas son positivas pero hay unas muy preocupantes.

A grandes rasgos se propone hacer vinculantes las recomendaciones, cambiar el nombre de la CNDH por el de Defensoría del pueblo y cambiar la forma de nombramiento del titular para que solo pase al pleno del Senado una propuesta
única.

Los Principios de París abordan el funcionamiento de las instituciones nacionales de derechos humanos. De allí destaco 3 aspectos:

presentar, a título consultivo, al gobierno, al Parlamento y a cualquier otro órgano pertinente, a instancia de las autoridades interesadas o en ejercicio de su facultad de autosumisión, dictámenes, recomendaciones, propuestas
e informes sobre todas las cuestiones relativas a la protección y promoción de los derechos humanos;

La composición de la institución nacional y el nombramiento de sus miembros, por vía de elección o de otro modo, deberán ajustarse a un procedimiento que ofrezca todas las garantías necesarias para asegurar la representación pluralista de las fuerzas sociales (de la sociedad civil) interesadas en la promoción y protección de los derechos humanos

formular recomendaciones a las autoridades competentes, en particular proponer modificaciones o reformas de leyes, reglamentos y prácticas administrativas, especialmente cuando ellas sean la fuente de las dificultades encontradas por los demandantes para hacer valer sus derechos.

Eliminar del nombre de la institución el término derechos humanos para cambiarlo por el de pueblo habla de las filias y fobias de este gobierno. Obsesionado por el término ambiguo de pueblo e incómodo con el de derechos humanos.

Hacer vinculantes las recomendaciones complicará la función de la CNDH ya que estas se verán entorpecidas con la judicialización y posibles amparos. Se deben buscar alternativas políticas de rendición de cuentas. Las instituciones de derechos humanos no son el poder judicial, su función y operación es distinta.

Sobre el método de elección del ombudsperson hay poco que decir. La propuesta de que el pleno del Senado avale una sola propuesta va contra cualquier lógica plural y democrática.

Ha costado mucho trabajo crear y fortalecer a la CNDH. Aun no es una institución perfecta. La solución no es descafeinarla.

Jacobo Dayán

Especialista en derechos humanos y analista internacional. Fue Director de contenidos del Museo Memoria y Tolerancia de la ciudad de México.

*La opinión aquí vertida es responsabilidad de quien firma y no necesariamente representa la postura editorial de Aristegui Noticias.




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