Descubiertos en Países Bajos dos cuadros de Mondrian guardados en colecciones particulares



‘Retrato de Nicolaas Bergman’ (1908), de Piet Mondrian.RKD

En su época figurativa, el artista holandés Piet Mondrian (1872-1944) ejecutaba cuadros por encargo. Era una forma de ganar dinero para proseguir con su trabajo, que acabó derivando en la abstracción geométrica. Dos retratos de los hijos de un amigo, fechados en 1907 y 1908, y guardados en colecciones particulares, han sido descubiertos ahora por el bisnieto de uno de los modelos. El hallazgo coincide con el 150º aniversario del nacimiento del pintor, y la autoría de ambas obras ha sido reconocida por el Instituto para la Historia del Arte (RKD, en sus siglas neerlandesas), con sede en La Haya.

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Piet Mondrian es el artista holandés más conocido del siglo XX. Fue uno de los fundadores del movimiento De Stijl (el estilo), y su catálogo razonado, publicado en 1998, recoge 1.300 obras. Desde entonces se han añadido una treintena, y ahora se incluirán los retratos de Nicolaas y Elisabeth, dos de los seis hijos de Cees Bergman, amigo suyo. La niña, apodada Bets, era la bisabuela del escritor holandés Nick Draaijer, de 32 años. Lleva un lazo en la cabeza, media melena y un collar en el cuello. Su hermano, Nicolaas, de cabello rubio, va vestido de blanco sobre un fondo oscuro. “La historia empieza con mi tatarabuela, Betsy Bergman-Cavalini, también plasmada por Mondrian. Esa tela fue vendida hace tres años, y descubrí que su marido, Cees, era un buen amigo y alumno aficionado del pintor. Era un empresario cafetero, y le pidió que retratara a su esposa y después a sus hijos”, dice Draaijer al teléfono. Intrigado por la suerte de esos lienzos, se puso a investigar y comprobó que había un expediente sobre su familia en los archivos del RKD. Allí se reseñaba la existencia de cuatro retratos de estos niños. “Los Bergman tuvieron seis hijos y yo tenía noticia de dos pinturas. Faltaba la otra pareja”, sigue explicando. El óleo de Bets estuvo colgado en casa de su bisabuela, pero nunca se vio fuera. “El de Nicolaas me lo mostró un familiar, y así es como los he descubierto”, sigue explicando. Todos pertenecen a colecciones privadas dentro y fuera de Países Bajos.

‘Retrato de Elisabeth Bergman’ (1907-1908), de Piet Mondrian.Archivo familia Bergman

La búsqueda de Draaijer se ha traducido en un libro publicado este jueves en Países Bajos bajo el título De geheime portretten van Mondriaan (Los retratos secretos de Mondrian). El artista firmó Mondrian, en lugar de Mondriaan, a lo largo de su vida. La bisabuela Bets estudió canto y se casó con un sacerdote protestante. Durante la Segunda Guerra Mundial, junto con su hermana y cuñado, ayudaron a varios perseguidos judíos a esconderse de los nazis. Su hermano falleció a los cuatro años por un problema respiratorio.

Los encargos de la época figurativa suponían una fuente de ingresos para el pintor holandés, aunque esta vez se trataba de un amigo y los abordó con tanta libertad como cuidado. “Cuando le pagaban por una tela así, podían pedirle que hiciese retoques, y eso le molestaba. Pero el dinero ganado le permitía financiar lo que consideraba su verdadero trabajo artístico”, explica Wietse Coppes, conservador en RKD y experto en Mondrian. Según él, en los rostros de los niños se aprecia gran atención al detalle porque “no están rígidos, posando”.

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Añade que el estilo y el hecho de que otros hijos de la familia Bergman fuesen retratados “confirman la autoría”. Este experto señala que su instituto recibe entre 30 y 40 peticiones anuales de acreditación de supuestos mondrian de su etapa abstracta. De todos ellos, tal vez uno sea auténtico. “Créame, sería mucho más fácil copiar una de sus telas figurativas, un paisaje, que la geometría de sus obras posteriores. Pero hay quien cree que se trata de simples líneas fáciles de reproducir. Nada más lejos de la realidad”, asegura.

La amistad entre los Bergman y Mondrian se prolongó a lo largo de sus vidas, un detalle que contradice la imagen solitaria, casi un recluso, del artista. “Era un hombre con amigos y que frecuentaba bares, restaurantes o exposiciones cuando vivía en Ámsterdam y en París”, asegura Draaijer. Sí podía centrarse en una obra, sobre todo hacia el final de su vida, y aislarse durante largos periodos, tal y como señalan sus biografías. Pero luego salía de nuevo. El hecho de que dedicase los últimos nueve meses de vida a trabajar sin descanso en Victory Boogie-Woogie (1944), su obra inacabada, ha contribuido a reforzar la supuesta soledad del pintor.


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