El día que Prusikin brilló como nunca

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Michael Prusikin (Chárkov, Unión Soviética, 1978) es un ejemplo destacado de algo ya expresado aquí varias veces: en la Unión Soviética había una legión de jugadores muy fuertes desconocidos más allá del bloque del Este. Prusikin emigró a Alemania en 1995, logró el título de Maestro Internacional a los 20 años y el de Gran Maestro a los 26, cuando decidió ser jugador profesional. La participación simultánea en las Ligas por equipos de Alemania, Suiza y Austria, su presencia esporádica en torneos individuales y, sobre todo, su fama de buen entrenador -especializado en jóvenes talentos- le permiten vivir de su pasión.

Pero Prusikin seguiría siendo casi desconocido más allá de ese entorno si no fuera por la bella e inolvidable partida de este vídeo. El hecho de que su rival, el inmortal Víktor Korchnói, tuviera ya 74 años no debería quitar mérito al alemán -y no resta valor didáctico a la partida- porque el venerable anciano logró éxitos deportivos impresionantes a los setenta, e incluso a los ochenta. Pero en esta partida se olvida de lo peligroso que puede ser alejar la dama de su rey cuando además hay debilidades en el complejo de casillas de un mismo color (negras en este caso). Y, gracias a su extrema brillantez en la explotación de ese factor, Prusikin también se convierte en inmortal.

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