EL PAÍS

El Papa denuncia en el mensaje de Navidad que el mundo está “enfermo de indiferencia”

El día de Navidad el Papa Francisco suele hacer un repaso por los conflictos y crisis que golpean al mundo con la intención de sacudir las conciencias. En esta ocasión, el pontífice argentino ha recordado en particular la invasión rusa de Ucrania y los diez meses de ataques que están asolando la tierra de los ucranianos, quienes “viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción”. Y ha pedido “gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo”. También ha interpelado a los responsables del conflicto, aunque sin ninguna mención específica, y ha reivindicado “que se iluminen las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas” para que “se ponga fin inmediatamente” a la “insensata” guerra en ese país. “Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo”, ha apuntado, un mundo que definió como “enfermo de indiferencia”

Precisamente este año, la Iglesia ortodoxa de Ucrania ha aprobado por primera vez que sus fieles celebren actos de Navidad el día 25, de manera adicional a los festejos del 7 enero, fecha tradicional de la Navidad ortodoxa. Este gesto se ha interpretado como un nuevo paso para alejarse del Patriarcado de Moscú y de otras tradiciones y símbolos culturales que consideran marcados por Rusia.

En su mensaje, antes de impartir la bendición urbi et orbi, a la ciudad y al mundo, desde la logia central de la basílica de San Pedro, Francisco ha denunciado también que “crudos vientos de guerra continúan soplando gélidos sobre la humanidad” y que “nuestro tiempo está viviendo una grave carestía de paz”. Y ha recordado “otros escenarios de esta tercera guerra mundial”. Como Siria, todavía muy lejos de la pacificación y en palabras del Papa, “martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano, pero que no ha acabado”. Los recientes bombardeos aéreos de Turquía, Israel y Rusia en el país recuerdan que se trata de un conflicto todavía irresuelto y con una marcada dimensión internacional.

Francisco denunció también “a un mundo enfermo de indiferencia” que rechaza al extranjero e ignora a los pobres. “No nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento”, pidió. Y añadió: “No nos olvidemos de los marginados, de las personas solas, de los huérfanos y de los ancianos que corren el riesgo de ser descartados; de los presos que miramos solo por sus errores y no como seres humanos”.

El Papa recordó también a Tierra Santa, “donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos”. Y rezó: “Imploremos al Señor para que allí, en la tierra que lo vio nacer, se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos”. Ha pedido además que en todo Oriente Medio “se pueda vivir la belleza de la convivencia fraterna entre personas pertenecientes a diversos credos”. Citó en particular al Líbano, y pidió “que finalmente pueda recuperarse, con el apoyo de la comunidad internacional y con la fuerza de la fraternidad y de la solidaridad”.

Además, citó la región del Sahel, sumida en una profunda inestabilidad, “donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia”. Allí, este año, se han retirado las fuerzas francesas que se habían desplegado en Malí hace una década, cuando la insurgencia tuareg y una ofensiva islamista pusieron en jaque a la zona. Mientras que otras fuerzas europeas se hallan también en fase de repliegue y reorganización, los grupos islamistas radicales siguen operativos y el conflicto tiene envergadura regional.

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SuscríbeteYemen, Myanmar, Irán

Francisco ha reclamado además “una tregua duradera en Yemen”, donde el último acuerdo expiró en octubre y no se ha renovado y donde la población sobrevive extenuada por la mayor crisis humanitaria del mundo, según Naciones Unidas. Bergoglio pidió además “reconciliación” en Myanmar y en Irán, “para que cese todo derramamiento de sangre”.

El Papa argentino también llamó “a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad” en el continente americano, “a esforzarse por pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países” y citó en particular al pueblo haitiano, “que está sufriendo desde hace mucho tiempo”, asolado por la tensión política avivada por la inseguridad y la escasez de carburante que ha dejado al país sin apenas hospitales ni servicios básicos, atenazado además por un agresivo brote de cólera.

En los festejos natalicios, marcados por la vuelta de las celebraciones masivas en la basílica y en la plaza de San Pedro, Francisco denunció también el desperdicio de alimentos y el hambre como arma de guerra. “En este día, en que es hermoso volver a reunirse alrededor de una mesa bien preparada, pensemos en las personas que sufren hambre, sobre todo los niños, mientras cada día se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas”, lamentó. Recordó que la guerra en Ucrania ha agravado aún más la situación, y que ha dejado a poblaciones enteras en riesgo de carestía, especialmente en los lugares más pobres, que ya se enfrentaban a los peores niveles de inanición, como Afganistán y los países del Cuerno de África. “Toda guerra provoca hambre y usa la comida misma como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo”, apuntó Francisco. Y llamó a todos y en particular a los que tienen responsabilidades políticas a trabajar “para que la comida no sea más que un instrumento de paz”.

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