El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, se va al frente de guerra


El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ha delegado sus funciones gubernamentales en un suplente y se ha ido al frente de guerra para coordinar los esfuerzos militares del Ejército etíope contra los rebeldes tigrayanos y oromos, según informaron este miércoles medios oficiales de prensa como la agencia Fana. Para ello ha nombrado como sustituto al hasta ahora viceprimer ministro Demeke Mekonnen, informó Legesse Tulu, portavoz del Gobierno. Esta decisión se produce días después de que los rebeldes aseguraran haber tomado la ciudad de Shewa Robit, a unos 200 kilómetros de la capital, Adís Abeba.

El pasado lunes, Ahmed, que ganó el premio Nobel de la Paz en 2019, ya anunció a través de un comunicado su intención de ir a la primera línea de batalla. “A partir de mañana me movilizarán al frente para dirigir a las Fuerzas Armadas. Aquellos que quieren estar entre los hijos de Etiopía que serán celebrados por la historia, levantaos hoy por vuestro país. Encontrémonos en el frente”, aseguró, “ha llegado el momento de liderar este país con sacrificio”.

Sobre el terreno se han reanudado las operaciones militares. Los rebeldes del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF, según sus siglas en inglés) aseguraron haber tomado la ciudad de Shewa Robit, a unos 200 kilómetros de la capital, y este miércoles se registraron intensos combates en la carretera que une esta localidad con Debre Sina, aún más al sur. Además de avanzar hacia Adís Abeba, los rebeldes tigrayanos, a quienes se ha unido el Ejército de Liberación Oromo (OLA, según sus siglas en inglés), están tratando de cortar la carretera que une a la capital con la vecina Yibuti, lo que supondría interrumpir la circulación con su principal puerto de entrada y salida de mercancías. De momento no lo han conseguido.

El enviado especial de Estados Unidos para el Cuerno de África, Jeffrey Feltman, calificó de “alarmantes” los movimientos militares de los últimos días tras un periodo de impasse de las operaciones militares, según dijo el lunes en un encuentro en Washington con periodistas tras regresar de Etiopía. Aunque habló de “un incipiente progreso” a la hora de sentar a ambos bandos a negociar, puso el acento en el riesgo que supone la continuación del conflicto. “Lo que nos preocupa es que este frágil progreso amenaza con ser sobrepasado por los alarmantes acontecimientos sobre el terreno que ponen en cuestión la estabilidad y la unidad de Etiopía”, dijo.

Feltman, quien admitió conversaciones tanto con el Gobierno etíope como con el TPLF, recordó las exigencias de ambas partes: mientras las autoridades federales piden la retirada de los rebeldes de las regiones de Amhara y Afar, los tigrayanos reclaman el fin del bloqueo de Tigray para autorizar la entrada de ayuda humanitaria que permita asistir a unas 400.000 personas en riesgo de hambruna, cifra confirmada por Naciones Unidas. Sin embargo, uno de los principales puntos de fricción es que el TPLF incluye una demanda de dimisión de Abiy Ahmed y este considera que la victoria militar contra los rebeldes es posible, como muestra su marcha al frente.

Ante un posible deterioro de la situación, varios países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia o Turquía, han pedido a sus ciudadanos que abandonen Etiopía a la mayor brevedad posible. De igual modo, Naciones Unidas ha comenzado la evacuación inminente de los familiares de sus empleados en Etiopía, lo que afecta a cientos de personas. En Adís Abeba, la Policía ha formado a unos 147.000 voluntarios para patrullar las calles ante una posible infiltración de rebeldes en la capital, 2.000 de los cuales colaboran directamente con las fuerzas del orden. “Estos voluntarios son los ojos y los oídos de la policía”, aseguró a Reuters el comandante Solomon Fantahun, director de la Policía Comunitaria capitalina.

La guerra de Etiopía estalló hace un año después de que el TPLF, que gobierna en la región de Tigray, pero que había perdido poder en Adís Abeba tras la llegada al Gobierno de Ahmed, desobedeciera al Gobierno federal y decidiera celebrar elecciones regionales suspendidas por la covid-19. El 4 de noviembre de 2020, Ahmed declaró la guerra al TPLF tras el supuesto ataque de los rebeldes a dos bases militares.

Tres semanas más tarde, las tropas etíopes entraban en Mekele, capital de Tigray, y Ahmed declaraba el final del conflicto. Sin embargo, el TPLF lanzó una contraofensiva meses después, recuperó Mekele y buena parte de Tigray y comenzó su avance hacia el sur, ocupando diversas ciudades en las regiones vecinas de Afar y Amhara. La guerra ha provocado miles de muertos y unos dos millones de personas desplazadas de sus hogares, además de una grave crisis humanitaria en el norte del país. La ONU ha acusado a ambos bandos de crímenes de guerra y violaciones de Derechos Humanos.

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