El repunte del 50% de la energía y del 20% de los alimentos vaticina una ola inflacionista


El fuerte impacto en la evolución de los precios de los productos básicos que está provocando la guerra en Ucrania amenaza con prolongarse durante los próximos años. El Banco Mundial prevé que la energía aumente este año un 50% respecto a 2021, mientras que el resto de las materias primas subirán en promedio un 20%. Los productos en los que Rusia y Kiev son exportadores clave repuntarán todavía más; hasta el 40% en el caso del trigo. Para 2023 los precios caerán, pero aun así estarán muy por encima de los pronósticos que el organismo hizo hace seis meses.

Incluso si la invasión termina pronto, el organismo cree que la presión en los mercados persistirá por tres razones. Primero, porque hay poco margen para la sustitución de los productos debido a que durante el año pasado los aumentos se extendieron a casi toda la cesta. Segundo, porque la inflación está elevando los costes de producción. Y tercero, porque las políticas de recortes de impuestos y subsidios en la energía, implementadas por distintos gobiernos, no brindan grandes beneficios a los grupos vulnerables y, de hecho, pueden exacerbar el problema subyacente al aumentar la demanda de energía. Así lo señala el BM en su informe sobre las perspectivas de los mercados de productos básicos, publicado ayer.

Bajo este panorama, los especialistas ya no temen tanto a la desaceleración del crecimiento mundial como a los posibles efectos de segunda ronda. María Jesús Fernández, economista de Funcas, precisa que las estimaciones del Banco Mundial van en sincronía con las hechas por el mercado y los distintos think tank, en consecuencia, las proyecciones del PIB no variarán. Lo mismo cree Gonzalo de Cardenas-Santiago, analista de Mapfre Economics Research, quien teme que este nuevo informe del organismo internacional sea el prolegómeno a un espiral inflacionario. Este traslado de la inflación a los salarios podría llegar a través de dos vías: la depreciación de la moneda o un repunte generalizado de los precios industriales. La segunda opción parece más próxima; en Europa ya se han disparado un 40% en lo que va del año.

El organismo dirigido por David Malpass ha reconocido que el aumento de la inflación a nivel mundial ya está elevando los costes de producción de productos básicos a través de mayores salarios, costes del transporte y almacenamiento más altos, y a medida que aumentan las tasas de interés, también con los préstamos. Los precios de las materias primas reducirán para 2023, pero aun así quedarán en niveles mucho mayores a los que tenían previstos en octubre del año pasado. La proyección de los precios energéticos es un 30% mayor que hace seis meses, de la agricultura un 11,7% y de la comida un 15,7%, según se observa en el informe publicado ayer por el Banco Mundial.

La volatilidad de los precios de las materias primas después que estallara la guerra en febrero es un reflejo del impacto que tienen Rusia y Ucrania en el comercio. Moscú es el mayor exportador mundial de trigo, arrabio, uranio enriquecido, gas natural, paladio y níquel. Representa además una parte significativa de las exportaciones de carbón, platino, petróleo, aluminio refinado y fertilizantes. Kiev, por su parte, es un exportador clave de trigo, maíz y cebada y es el mayor exportador mundial de aceite de semilla de girasol y gas neón, un insumo fundamental que se utiliza para fabricar chips electrónicos.

La ausencia de ambos países en el mercado mundial pasará factura a todas las regiones, pero la peor parte se la llevará África debido a su dependencia en los alimentos. El Banco Mundial esperaba que Ucrania exportara hasta 20 millones de toneladas de trigo durante la temporada actual, que finaliza en julio de 2022, lo que corresponde al 10% del total de exportaciones mundiales.

José Manuel Corrales, profesor de economía y empresa de la Universidad Europea, cree que la crisis alimentaria que experimentará en norte de África puede impulsar procesos de inmigración no deseados, por lo que la Unión Europea debe calibrar bien las sanciones impuestas a Rusia a fin de no provocar mayores desequilibrios en el orden internacional. “El peligro está en la estanflación. Hay que evitar a toda costa lo que se vivió en 1973”, detalla.

A pesar del gris escenario, los analistas mantienen sus previsiones para España. Desde Funcas aclaran que ellos ya barajaban un escenario en el que la electricidad subía hasta un 50%, por lo que creen que el crecimiento será del 4,2% y la inflación del 6,8%. Corrales precisa que mientras el PIB se mantenga por encima del 4% al país le irá bien, por debajo sería preocupante, sobre todo si se considera que en 2020 descendió más de 10 puntos. A nivel global, Cardenas-Santiago explica que el consenso general sitúa el crecimiento mundial en el 3,8%.

El escenario para el petróleo

El Banco Mundial proyecta que el precio del Brent alcance un promedio de 100 dólares el barril en 2022, un aumento del 40% respecto a 2021 y su nivel más alto desde 2013. Se espera además que las interrupciones resultantes de la guerra tengan un efecto negativo en la producción de Rusia debido a la salida de varias compañías petroleras, una inversión más débil y un acceso reducido a tecnología extranjera. Dicho efecto será duradero en el tiempo. A medida que el suministro ruso se interrumpa, se necesitarán fuentes alternativas, por lo que se podría recurrir incluso a países sancionados, como Irán o Venezuela.


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