“Estaba más pendiente del fotógrafo que de competir”: así se aprovechan en YouTube de las deportistas adolescentes

Un vídeo en YouTube de un canal supuestamente de EE UU muestra a la pertiguista Clara Fernández (Barcelona, 2003) en el estadio de Vallehermoso de Madrid en 2020. Dura un minuto: Fernández recoge la pértiga, se prepara y salta, nada más. Se oye al locutor del estadio decir en castellano que es la campeona de España indoor sub18. A pesar de su aparente intrascendencia, lo han visto 15 millones de personas, una cifra solo al alcance de youtubers selectos. La audiencia en este caso se fijaba en su inmensa mayoría más en el cuerpo de la atleta que en su técnica, a juzgar por los más de 11.000 comentarios. “Fue durante la cuarentena, de golpe, se me iba de las manos, no podía controlarlo, sentía tanta impotencia”, dice Fernández por teléfono a este periódico. ”Cuando iba a competir estaba más pendiente de los fotógrafos a mi alrededor que de competir”.

El padre de Fernández, Jaume, recuerda lo mal que lo pasó en 2020. “Fue un momento muy delicado con un incremento enorme de seguidores, vídeos que se hacían de ella con comentarios feos. No tocó fondo, pero le hizo daño”, añade, y explica que necesitó la ayuda de una psicóloga para gestionarlo.

El ejemplo de Clara Fernández es destacable por el número increíble de visualizaciones de sus vídeos, pero no es un caso aislado en YouTube. La plataforma está llena de vídeos de deportistas femeninas de todas las edades con millones de visitas. El algoritmo de recomendación detecta el interés que despiertan estos vídeos y los promociona tanto a usuarios reincidentes como a otros que nunca se han interesado.

En el fondo y con toda su crudeza, es contenido viral. En la página hay muchos vídeos de erotismo ligero y sugerente, pero en el caso de las deportistas la diferencia es que obviamente ese efecto es involuntario, indeseado y con muchos casos que implican a menores. La solución no es simple porque son vídeos normales, cuya única connotación sexual se da en los ojos de quien los mira. Pero gracias a esa ambigüedad, docenas de canales anónimos y la propia plataforma ganan dinero con prácticas voyeurísticas, en un ejemplo más de la complejidad de internet.

El primer vídeo de Fernández que se viralizó lo publicó Esbufecs, un canal de un club de Mollerussa (Lleida) en febrero de 2020. Tiene hoy cuatro millones de visitas. Es de una competición en Sabadell (Barcelona) donde sale Fernández junto a otras competidoras. La miniatura que muestra YouTube antes de ver el vídeo es de la pertiguista de frente, junto a una compañera de espaldas. Esbufecs tiene 129.000 seguidores y ha publicado más de 4.000 vídeos. La mayoría tienen cientos de visualizaciones. El vídeo de Fernández es el más visto junto a otra carrera femenina sub18. Después de esos dos, los vídeos sucesivos de más éxito son de niñas en la playa o en la piscina. Son todas corredoras de Esbufecs, y por tanto grabadas con permiso, varios con más de un millón de visualizaciones. “Al final grababa todas las actividades que hacemos”, explica Manel Porté, dueño del canal, por teléfono a EL PAÍS. “Íbamos a Port Aventura y hacíamos un vídeo. Primero era eso, después se va animando y tengo de todo allí”, añade. Además de grabarlas dentro del estadio, las grababa también en bañador fuera y con cámara GoPro bajo el agua.

Porté creó listas de reproducción de cada una de las niñas, que retiró después de la llamada de EL PAÍS. ¿Por qué tienen más éxito los vídeos de deporte femenino? “Porque el 95% de los que miran vídeos son hombres”, respondió inicialmente Porté. ¿Pero por qué, dentro de los vídeos femeninos, tienen más éxito unos que otros? “Es que nunca sabes cuál va a funcionar en YouTube”, responde Porté. ¿Pero sí se sabe que los vídeos de niñas o chicas son claramente los que más funcionan?, insistió este periódico. La línea telefónica quedó en silencio, sin respuesta.

Listas de reproducción del canal de YouTube Esbufecs, ahora eliminadas.
Listas de reproducción del canal de YouTube Esbufecs, ahora eliminadas.

El canal de YouTube de Porté está monetizado: ingresa dinero gracias a los anuncios que acompañan a sus vídeos. “Voy tirando entre esto y ayudar a mi hermano en su panadería”, aclara. El propio canal advierte de sus ingresos y permite suscribirse por 2,99 euros al mes: “Amamos el atletismo y ayudamos a que lo pueda hacer todo el mundo. Pagamos todos los gastos y actividades del pequeño grupo de alumnos gracias a este canal”, dice. EL PAÍS ha consultado a youtubers cuánto se ingresa aproximadamente por un vídeo con un millón de visualizaciones: y aunque depende del tipo de vídeo, canal, época, país y otras variables, una cifra razonable en 2020 era alrededor de 500 dólares (433 euros).

Tras la consulta de EL PAÍS a YouTube por estas prácticas, la plataforma pidió ejemplos de vídeos para valorarlos. Entre otros, este periódico mandó los de Esbufecs. “Esos vídeos no violan nuestras normas (ni la de menores ni la de contenido sexual)”, fue toda su respuesta. En todo caso, este periódico no enlaza a estos canales para no promover su difusión.

Cómo se viraliza

La preocupación de Fernández empezó con un vídeo de otro canal llamado Core Tops, ya desaparecido. El clip de Clara Fernández era uno más en una grabación llamada 9 Momentos divertidos que sucedieron en los deportes. La miniatura era la misma que en el vídeo original de Esbufecs. “Mi comportamiento se limitaba a buscar las miniaturas que generen un mayor número de visitas posibles”, explica a este periódico en sucesivos mensajes de audio Core, el youtuber asturiano que creó ese canal. Fernández le escribió y le pidió que al menos pixelara su cara, lo que Core hizo.

Core tenía experiencia en YouTube y sabía con certeza lo que su audiencia quería. “Por aquello se me puso de vuelta y media, que si era pedófilo, que fomentaba el acoso a las menores, barbaridades”, recuerda ahora. Su canal recibió denuncias y aquel hecho pudo ser el inicio del fin de su éxito. Los beneficios del canal dependían de las visitas y Core se jugaba sus ingresos. “La culpa se la echo a YouTube. Tú como creador de contenido tienes que buscar lo que le gusta a la audiencia. Es más que evidente. En aquel momento la única solución que había para ser recomendado siendo un canal con voz en off era llamar la atención en la miniatura y el título, no hacia falta nada más. Lo que dijeras dentro daba igual. Nosotros como youtubers nos adaptamos a ello”, explica.

Este es un ejemplo evidente de incentivos perversos alineados con unas víctimas inocentes. “El algoritmo de YouTube es un reflejo de la sociedad, enseñar lo que nos engancha a la pantalla”, dice Romuald Fons, fundador de BigSeo Agency y experto en posicionamiento en Google y YouTube. ”Detecta nuestros patrones cuando nos atrapa un vídeo y asocia esa atracción al contenido. Lo que hace es dar a una sociedad depravada lo que consume”, dice.

“Somos los hombres de cultura”

Los miles de comentarios de estos vídeos, cuando están abiertos, dejan clara esta tendencia. Muchos de ellos incluyen la expresión “hombres de cultura”. “El algoritmo de los hombres de cultura ataca de nuevo”, dice por ejemplo uno. El término, convertido en un meme, procede del anime [dibujos animados japoneses]. En YouTube así es como se autodenominan los aficionados a estos vídeos de chicas, la mayoría de las veces deportistas, que el algoritmo de la plataforma recomienda o pone a menudo en la portada personalizada de sus usuarios. La expresión “men of culture” en plural y con este significado está en el Urban Dictionary desde junio de 2021.

Los “hombres de cultura” celebran reencontrarse en los comentarios cada vez que el algoritmo les muestra nuevos vídeos deportistas. “¡Un saludo a todos mis colegas Hombres de Cultura!”, dice uno. “Algoritmo impecable. Nadie buscó esto pero todos clicamos”, dice otro. “YouTube tiene que saber de mi pasión por la pértiga femenina”, dice otro. “Esposa: entra en la habitación. Yo: estoy mirando saltos de pértiga, cariño”. En el vídeo de Fernández, con 15 millones de visualizaciones incluye 11.485 comentarios, muchos irónicos sobre esos “hombres de cultura”.

Por supuesto la edad de las atletas no es un problema. Un comentario debajo de un campeonato de menores dice con ironía: “Todos en los comentarios: aah hombres de cultura. Yo dándome cuenta de que es un campeonato junior: ‘damas y caballeros, les atrapamos’”. Otros le responden: “Mayores de 16, o quizá de 15, ya está bien” o “a quién le importa, parecen mujeres mayores”.

La policía sabe que este tipo de vídeos son también un objetivo para presuntos pedófilos: ”Cualquier foto o vídeo de una red social que pueda excitar sexualmente a una persona puede acabar en el disco duro [de un criminal detenido]. Cuando encontramos material sexual infantil no encontramos solo eso, sino también otras cosas. A veces la sexualidad es mucho más sutil, como una chica en una playa. A cuántos no hemos detenido que van haciendo fotos por todas partes”, explican fuentes policiales.

Este periódico ha encontrado otros ejemplos en España de vídeos que han acabado en la red de estos “hombres de cultura”. Rafa Ramírez, director deportivo del Club Voleibol Leganés, ya ha ido dos veces a la policía porque imágenes de partidos que algún padre grababa acabaron en canales pornográficos. “Me avisó un amigo de Alicante y fui a poner una denuncia a la policía, aunque me dijeron que legalmente no tenía ningún recorrido”, explica por teléfono.

El confinamiento y las limitaciones de acceso a los recintos han multiplicado este tipo de vídeos: “La experiencia fue mala, desalentadora. Hay poco que hacer. Con la pandemia hubo una demanda muy alta porque la gente no podía entrar a los estadios”, explica Ramírez.

Las miniaturas automáticas escogidas por YouTube en este canal con vídeos de categorías inferiores de voleibol muestra cómo el algoritmo entiende el interés de la audiencia.
Las miniaturas automáticas escogidas por YouTube en este canal con vídeos de categorías inferiores de voleibol muestra cómo el algoritmo entiende el interés de la audiencia.

La facilidad con la que se encuentran este tipo de imágenes se debe en parte a la falta de interés de las instituciones por vigilar el pirateo de sus imágenes o la ingenuidad de los usuarios que intentan ayudar a la difusión de un club o un deporte. Las imágenes del vídeo de Fernández son del streaming oficial de la Federación Española de Atletismo, cuyo logo se ve en el vídeo. El dueño de Esbufecs tiene el permiso de la Federación Catalana de Atletismo para grabar las competiciones. Por si fuera poco, desde las gradas también puede hacerse. “Que una persona vaya a una competición deportiva y grabe a una chica y un primer plano de su culo y luego lo cuelgue en su canal, es incontrolable”, dice Alberto Ruiz, jefe de prensa de la Federación Catalana de Atletismo. Ruiz es también casualmente el entrenador de la pertiguista y denunció su caso a YouTube, sin éxito: “Claro que afecta al rendimiento de las chicas. Hay personas a quienes unas cosas les afectan y otras a las que no. Clara al principio estuvo muy mal”.

En un canal con cientos de vídeos de un club de voley de La Unión (Murcia), el 90% de las visualizaciones se concentran en dos decenas de ellos, correspondientes a la categorías inferiores femeninas. Uno solo tiene más de siete millones. Su creador, Juanjo Carrillo, asegura a EL PAÍS que todo lo hace YouTube. “Yo no me complico la vida. YouTube dirá lo que quiera, pero todo les beneficia a ellos”. En este caso, las miniaturas que escoge la plataforma automáticamente son un ejemplo de lo que entiende el algoritmo que gusta a los humanos. “Con respecto a la miniatura, ellos te la ponen en automático, y aún no he conseguido saber cómo lo hace”, explica.

Si tienes más información sobre este tema, puedes escribir a jordipc@elpais.es.

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