Evitando la descompresión

El riesgo de que la final de Copa condicione el final de Liga de la Real existe. No hay más que repasar la nómina de futbolistas que arriesgaron para estar disponibles en La Cartuja y ahora no pueden jugar. Pero, más allá de haber perdido a jugadores esenciales como Silva o Merino en una batalla en la que todos estábamos dispuestos a arriesgar lo que fuera necesario, existe un riesgo mayor. El de que el título provoque una descompresión en el colectivo que, si bien Imanol intentará evitar, también la mayoría habría justificado antes del partido en Sevilla si les garantizaban la imagen de Illarramendi levantando el trofeo al cielo de Andalucía.

Es el momento de constatar sin rubor los efectos que ha tenido la final de Copa en el plantel. Físicos y mentales. La Real encadena cinco partidos de Liga sin ganar, antes y después de Sevilla, por lo que es absurdo negar la influencia del partido frente al Athletic, tanto en cuanto a lesiones como al punto de dispersión que ha generado en el torneo de la regularidad.

Pero no es hoy el mejor día para análisis catastrofistas, porque jugar contra un Sevilla que llega lanzado pensando incluso en ganar la Liga y con 23 de sus 25 efectivos sanos y salir corneado es algo que le ocurriría a la mayoría de equipos de la Liga. La Real, con siete jugadores de baja, fue uno más de esos equipos que sienten que jugar ante el Sevilla es lo más parecido a estrellarse contra una pared, impotentes como se sienten la mayoría ante el abuso de músculo, de poder, que ejercen los de Lopetegui en duelos, disputas, presiones y jugadas de estrategia. La calidad técnica de la escuadra sevillana y su valentía terminaron por generar a la Real, en la primera parte, una asfixia, una agonía, una impotencia de la que no tuvo recursos para salir. Ni fuerza para emparejarse en lo físico, ni juego para comprometer al rival.

La Real jugó ayer su partido 43 de la temporada y terminará con 50 encuentros oficiales. Casi todos con enorme compromiso, no en vano el equipo ha estado toda la temporada arriba y no ha habido apenas trámites. El gran problema de los txuri urdin es que no hay demasiado tiempo para recuperar ni el tono futbolístico ni los efectivos que le permitan conquistar la plaza europea por la vía de la excelencia exhibida en no pocas fases de la temporada. Es el momento de sufrir y competir algo que, por encima de bocados de realidad como el de ayer ante el Sevilla, esta Real de Imanol también ha demostrado saber hacer.


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