“La gente común fue peor con las brujas que la Inquisición”


Hay palabras, hay insultos y también hay hechos. Realidades. Por ello, en medio del incendio que ha ocasionado Vox al increpar a una diputada del PSOE con esa acusación de “bruja”, que apela a las hogueras del pasado, procede preguntar a quien sabe. Y esa persona es María Tausiet, historiadora zaragozana con una decena de libros sobre brujería, supersticiones, creencias y hasta la figura de Mary Poppins. Charlar con ella es bucear en un área que ha pertenecido más al ámbito de los mitos que al de los legajos históricos que están ahí y que ella ha abierto para investigar. Tausiet ha analizado decenas de procesos y cientos y cientos de páginas.

Pregunta. ¿Qué sorpresas ha encontrado en su búsqueda?

Respuesta. La principal es que la justicia seglar fue la más cruel. A partir del caso de Zugarramurdi [escandaloso por las invenciones que recogió, en 1610] la Inquisición dejó de perseguir la brujería a gran escala al ver que eran imaginaciones o mentiras. Donde verdaderamente hubo persecución fue en las pequeñas localidades en las que representantes de los vecinos y del pueblo que iban contra cualquier vecina o forastera a la que culpar de sus males: la infertilidad, las malas cosechas, la impotencia, la muerte de un hijo. Muchas jóvenes que dormían en la misma cama que sus criaturas, con frecuencia borrachas, podían llegar a aplastarlas. A la mañana siguiente decían que era una vecina con fama de bruja la que había matado al bebé. El tópico de las brujas asesinas de niños pasó al folclore y a los cuentos infantiles.

P. ¿Por qué eligió la brujería?

R. La primera vez que encontré documentos sobre brujería fue clasificando papeles en el Archivo Diocesano de Zaragoza, que estaban prácticamente sin tocar desde el siglo XV, en cajas, algunos se deshacían al sacarlos. Ahí había muchos procesos criminales y empecé a entusiasmarme por ese mundo que, aunque oscuro, está bien documentado, con sus testigos a favor y en contra. A través de ellos pude acercarme a las vidas de muchas mujeres anónimas.

P. ¿Y qué es una bruja?

R. La bruja adquiría poderes al copular con el diablo, según el mito creado en la mayor época de caza de brujas, en los siglos XVI y XVII. En el caso del hombre, el brujo se supone que ha hecho un pacto con el diablo, más racional, es otra dimensión. Pero la bruja ha tenido relaciones sexuales con él, se le atribuye algo físico y carnal, y no intelectual. Era algo brutal. Solía calificarse de brujas a las mujeres molestas, a las consideradas “inútiles”, en una misoginia extrema de rechazar a las mujeres ancianas porque ya no “servían” para el sexo ni para tener hijos. A las desprotegidas, como viudas, solitarias, pobres, inválidas. Así que las brujas eran mujeres corrientes a quienes convenía culparlas de cualquier desgracia, chivos expiatorios.

P. ¿El pueblo fue entonces peor que la Iglesia?

R. La mayor violencia procedía de la gente común. Descubrí un caso en Tosos, en Aragón, donde la justicia episcopal acabó procesando no a la supuesta bruja, sino a los que la acusaban, porque era una simple forastera que había abierto un comercio que competía con el de una mujer local. Era 1812, había llegado la Ilustración, que significa educación, y habían empezado a cambiar las cosas. Sin embargo, el comportamiento que vimos el otro día en el Congreso supone la vigencia de oscuridades previas a la Ilustración.

P. ¿Por qué aún se insulta a una mujer como “bruja”?

R. Por la vigencia de la sociedad patriarcal. Existe incluso el tópico de que todas las mujeres somos brujas, es decir, peligrosas. Bruja equivalía a mujer malvada, mientras que “brujo” tenía otras connotaciones más positivas, relacionadas con la magia. En aquella época era la peor acusación para una mujer por el riesgo que suponía. Hoy no se considera delito, pero sigue siendo un insulto muy denigratorio, yo diría que el insulto sexista y misógino por antonomasia.

P. ¿Qué nos queda por saber de las mujeres en la Edad Media?

R. Casi todo, pues la mayoría de documentos que nos han llegado reflejan la visión masculina. Estudiar las acusaciones de brujería nos ayuda a comprender el punto de vista de las mujeres.

P. ¿Hay peligro de una nueva Inquisición?

R. Prefiero ser optimista. A pesar de casos como este, creo que el respeto a las mujeres, o por lo menos la conciencia de las faltas de respeto, es cada día mayor y va a un ritmo muy acelerado, que es lo que se necesita para compensar tantos siglos de barbarie y abuso.

Tausiet estudia ahora el papel de las mujeres en la Ilustración como investigadora del proyecto CIRGEN de la Universidad de Valencia. Sin brujería, pero, como vemos, con los mismos fantasmas del pasado.


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