La ley de Jakob Ingebrigtsen

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Como si su palabra tuviera el valor de un dictado bíblico, Jakob Ingebrigtsen, 20 años, impone su ley en el atletismo europeo. Dentro de la pista, donde es imbatible en las distancias que van de 1.500m a 5.000m, y en los despachos, donde su voluntad se acepta sin rechistar. La falta de amigos a que su conducta conduce no parece preocuparle.

Descalificado después de ganar sobrado la final de 1.500m por empujar a un rival que no le dejaba pasar por la cuerda y que le respondió con un codazo que le obligó a pisar fuera de la pista, por el interior, y recalificado horas después, en una madrugada caliente de palabras altas y amenazas –”si no recalifican a Jakob, no volverá a competir en un campeonato de Europa”, amenazaron desde la federación noruega, con la soberbia de quienes saben que su chaval es la gran estrella del continente–, el fenómeno noruego volvió a la pista 14 horas más tarde para disputar la semifinal de los 3.000m, prueba en la que es favorito y en la que sus principales rivales serán los españoles Mohamed Katir y Adel Mechaal, que impresionaron por su calma y saber hacer en sus semifinales respectivas.

Corrió Ingebrigtsen sin haberse colgado aún el oro de los 1.500m, pues la ceremonia de entrega, en la que también debía participar con su bronce el burgalés Jesús Gómez, prevista para antes de las 10 de la mañana se retrasó hasta después de las dos de la tarde debido a que los polacos, que defendieron a sus atletas, a Lewandowski, sobre todo, que se habría llevado el oro y se quedó en plata, y a la aplicación del reglamento igual para todos –otros atletas han sido descalificados por menos motivos–, recurrieron ante un jurado de apelación que hizo oídos sordos a sus razonamientos y vídeos.

Corrió Jakob los 3.000m también, y tienen grandes probabilidades de lograr gracias a que la propia federación europea, después de analizar el fracaso del noruego en Glasgow –después de conseguir el oro en 3.000m sucumbió ante Lewandowski en los 1.500m–, concluyó que la mala disposición de los horarios de las pruebas –el viernes por la mañana, semifinales de ambas separadas solo por media hora, el sábado por la tarde la final de 3.000m y el domingo por la tarde la final de 1.500m—resultó fatal para sus aspiraciones. Así, en Torun ha dispuesto un orden nunca visto, con las semifinales y final de 1.500m en jueves-viernes y las pruebas de 3.00m en sábado domingo, que favorece a los que doblan (a Ingebrigtsen solamente) y penaliza a los milquinientistas y las milquinientistas, acostumbrados a 48 horas de descanso entre semifinales y final.

Es la ley de Jakob a la que Katir (control absoluto en su semifinal, la más lenta, 7m 54,95s, último mil: 2m 25s) y Mechaal (dueño de la semifinal más rápida, 7m 46,52s; 2m 27s el último mil), las esperanzas españolas, parecen inmunes, aunque el miedo que despierta la aparentemente incansable zancada del jovencito noruego no dejará, seguramente, de perturbar sus sueños hasta la hora de la final (domingo, 17.52).

También tendrá final el domingo (17.20) la gallega Ana Peleteiro, que se clasificó en el triple con 14,10m en su segundo intento en la calificación. Peleteiro, que en los dos últimos años no se ha acercado a los 14,73m que le dieron el oro en Glasgow y el récord de España, defenderá su título ante dos de las que derrotó en Escocia hace dos años, la portuguesa Patricia Mamona (14,43m) y la griega Paraskevi Papachristou (14,39m), las que más impresionaron en la calificación el sábado por la mañana.


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