EL PAÍS

La UE pierde impulso en la ayuda a Ucrania en el segundo año de guerra

La Unión Europea afronta el inicio del segundo año de guerra de Rusia en Ucrania en una situación de punto muerto. Durante los primeros meses de la invasión lanzada por Vladímir Putin la palabra “histórico” inundó el vocabulario de Bruselas. Se rompieron tabúes como la financiación de compras de armas y se tomaron decisiones de calado, como sanciones de dureza sin precedentes o desengancharse del gas barato ruso. Ahora, cuando las tropas del Kremlin han ocupado alrededor del 16% del territorio de Ucrania y la guerra se ha enquistado, muy sangrienta, sobre todo en Donbás, el ritmo para tomar decisiones y poner en marcha medidas con un impacto estratégico y rápido sobre el terreno ha perdido impulso.

Cada vez queda menos espacio para nuevas sanciones a Rusia; la idea de emplear los activos congelados e inmovilizados de los sancionados para la reconstrucción de Ucrania apenas se ha movido, reconocen fuentes diplomáticas. La UE ha creado un centro para investigar los delitos cometidos en Ucrania, pero mientras, el Tribunal Penal Internacional de La Haya ha reclamado su terreno y ha lanzado una orden de detención contra Putin por crímenes de guerra como la deportación de niños ucranios. Una orden de la que la declaración final que adoptaron este jueves en Bruselas los líderes de los 27 Estados miembros, reunidos en el Consejo Europeo, “tomó nota”. Hungría, como ya es tradición, bloqueó una declaración conjunta de los Veintisiete al respecto e incluso una mención más ambiciosa en la declaración final de la cumbre.

Las entregas de armas a Kiev se mantienen, aunque a un nivel que ayuda a las tropas de Ucrania a resistir pero no a empujar de manera crucial. Este jueves, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha implorado a los líderes de los países de la UE, en el transcurso de una cumbre europea con escaso contenido político, que agilicen y aumenten la entrega de material militar. En una intervención renqueante por videoconferencia desde el tren que ha tomado para salir del frente de batalla que ha visitado estos días, el presidente ucranio ha descrito a los líderes de la UE una situación “devastadora”, según fuentes comunitarias.

Zelenski ha agradecido el sostén de la Unión, pero ha advertido de que cinco variables están “alargando la guerra”: el retraso en el envío de apoyo militar de última generación, la pérdida de ritmo en las sanciones contra Moscú, lo que ha considerado una escasa promoción de su plan de paz de diez puntos, y que no haya fecha para abrir las negociaciones de adhesión de Ucrania en el club comunitario.

Los líderes de los Estados miembros han dado este jueves el visto bueno final al acuerdo para suministrar un millón de proyectiles de artillería a Ucrania, fundamentalmente obuses de 155 milímetros. El objetivo es que la munición llegue a Kiev en varias etapas de aquí a 12 meses, pero para ello hay que acelerar la producción, ha recordado el primer ministro de Letonia, Krisjanis Karins. El acuerdo impulsado por el alto representante para la Política Exterior y de Defensa de la UE, Josep Borrell, que recogió el guante de una propuesta lanzada por Estonia, es sustancial, pero el ritmo, de nuevo, puede hacer que los obuses no supongan un cambio de juego.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha comentado en los últimos días que los aliados están en una “carrera de logística” en la que la ayuda debe llenar los vacíos de capacidad de Ucrania antes de que Rusia tenga capacidad de ganar impulso en el campo de batalla. Porque Moscú parece estar también en un momento de parón. La ofensiva primaveral no termina de llegar y las tropas del Kremlin y los mercenarios de Wagner han perdido tracción en puntos como la ciudad de Bajmut, en la que la situación, sin embargo, es crítica.

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Pese a todo, se siguen cruzando líneas rojas en el apoyo a Ucrania. Sobre todo en el terreno militar. Es la puesta en marcha lo que se demora. La coalición para el envío de carros de combate de fabricación alemana Leopard 2 no termina de despegar. Mientras, Estados Unidos ha optado por mandar en una primera tanda algunos de sus modernos tanques Abrams usados pero reacondicionados. Eslovaquia ha entregado estos días cuatro de sus aviones de combate MiG-29 de diseño soviético y Polonia ha anunciado que enviará los suyos muy pronto.

Pero lo que Zelenski reclama son cazas estadounidenses modernos. Para Washington, la respuesta es más bien un “no, por ahora”, apunta Julianne Smith, embajadora de EE UU ante la OTAN, durante una conversación en la sede de la Alianza en la que destaca la complejidad (de estructura, mantenimiento, entrenamiento, logística) que acompañaría la entrega de esos cazas.

Mientras, la desincronización entre Francia —con sus propios problemas serios en casa— y Alemania, el tradicional eje tractor de la UE, también está jugando un papel en el tablero geoestratégico europeo, que se mueve poco. Se mantiene el equilibrio entre quienes —como los bálticos y Polonia— quieren empujar para endurecer las sanciones, mandar más armas y los Estados miembros que, como Austria o Grecia, prefieren ir más despacio.

De momento, la UE está optando por tapar los agujeros de los paquetes de sanciones anteriores y un grupo de 18 países (entre ellos España, Francia, Alemania y Países Bajos) han reclamado, en una carta a la Comisión Europea, que agilice los trabajos para poner en marcha herramientas que impidan que Rusia eluda esas restricciones y que se identifique mejor a los países de fuera de la Unión y entidades que están ayudando a ello.

La UE mantiene el foco en lo que se ha convertido en su lema, que está preparada para apoyar a Ucrania “tanto tiempo como sea necesario”, como ha recordado este jueves el canciller alemán, Olaf Scholz, que ha hablado de la unidad férrea; pero una revisión de los detalles muestra que está en un momento de reflexión sobre sus objetivos estratégicos en Ucrania: qué tipo de paz, cuál será la relación con Rusia. Ese momento de reflexión puede ser aguantando la respiración para coger impulso o para congelar poco a poco la postura, sostienen fuentes diplomáticas.

Esto último sería redirigir el camino hacia la vía anhelada por Putin, que juega como pocos la carta de la paciencia y tiene la mirada puesta en una supuesta fatiga y debilidad europea. También abriría una fisura interesante para China, que está tratando de impulsar su papel de mediador con un plan de paz cortado en la mayoría de los puntos a la medida de Moscú, pero que es, por ahora, la única vía de un tercer actor (muy vinculado al Kremlin, por otra parte) que se ha movido.

Posturas como la de la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, contrastan con esa visión de punto muerto. Kallas, una de las voces que más alto reclaman mayores sanciones —como una nueva revisión del precio tope para el petróleo ruso—, ha remarcado este jueves que aún hay espacio que recorrer, pero que hace falta más empuje. La representante de EE UU ante la Alianza Atlántica cree que tanto la UE como la OTAN están ante un “punto de inflexión”, un “momento crucial” para la seguridad y defensa europeas.

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