Las pruebas clave para el futuro penal de Cifuentes

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Todas las cartas importantes están ya sobre la mesa. El juicio del caso máster celebró este viernes su cuarta y penúltima sesión, que sirvió para que declararan los cinco testigos pendientes así como los peritos policiales. A falta de que durante la fase de informes finales, prevista para el próximo viernes, las partes jueguen su última baza, el tribunal ya ha escuchado los testimonios de los implicados en la trama que sienta en el banquillo a Cristina Cifuentes, expresidenta de la Comunidad de Madrid, para quien la Fiscalía pide tres años y tres meses de cárcel por inducir a la falsificación del acta de su trabajo fin de máster (TFM). La valoración de sus palabras, así como de las pruebas aportadas, serán claves para dar respuesta a las principales preguntas que marcarán el futuro de la exdirigente del PP.

¿Hizo Cifuentes el máster? A Cifuentes no se le juzga por no haber cursado el máster en Derecho Autonómico que impartía la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), pero esta cuestión resulta clave para entender el contexto en el que se produjo la falsificación del acta. Durante su declaración, la expresidenta aseguró al tribunal que ella cumplió con los requisitos que le puso el catedrático Enrique Álvarez Conde, el máximo responsable del título, fallecido en 2019 y supuesto “cerebro” de una trama que regalaba diplomas a alumnos “con una posición relevante en el ámbito político, institucional o que mantenían vínculos estrechos de amistad o de carácter profesional” con él, según la juez instructora.

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La exjefa del Gobierno regional admitió, sin embargo, que superó el curso sin tener relación con ningún profesor y sin acudir a clase. Explicó que solo hizo un trabajo por asignatura, de los que no queda ni rastro. Pero nunca se los entregó a los docentes de las materias, sino al propio Álvarez Conde, el único con el que se comunicaba. Y siempre por teléfono porque, según añadió, al catedrático no le gustaba el correo electrónico. Un extremo que desmienten varios testigos. Este mismo viernes, Esther González, profesora del máster, detalló que ella se relacionaba con Álvarez Conde por email: “Yo le he mandado trabajos [por esta vía]”.

¿Defendió el TFM? Esta pregunta deja al descubierto la principal contradicción de Cifuentes. Cuando estalló el escándalo y eludía la dimisión, compareció en público y dijo: “Defendí el correspondiente trabajo de forma presencial en el campus de la universidad”. Esas palabras dieron un giro de 180 grados dos años después; en el juicio ha asegurado lo contrario: “Realmente yo no defendí el trabajo. Yo lo entregué y expliqué las líneas generales […] A las personas a quienes se lo entregué… tampoco sé si era el tribunal”. Una versión que choca con otros testimonios y circunstancias. Nadie en la universidad tiene constancia de que entregara el trabajo fin de máster. Además, los responsables de la URJC han explicado que no podía presentarse a la evaluación del TFM sin superar antes todas las asignaturas, como así constaba en el sistema interno. Las tres profesoras —Cecilia Rosado, Clara Souto y Alicia López de los Mozos— que aparecen en el acta de defensa del trabajo, también afirmaron que nunca conformaron dicho tribunal. Y José Antonio Lobato, encargado del departamento que guarda todas las actas, contó que buscaron la de Cifuentes por todos lados y que no se encontró.

¿Quién ordenó falsificar el acta? Es la pregunta más importante y la que decidirá el futuro de Cifuentes. Quedan pocas dudas de que el acta del TFM se fabricó: la autora de la falsificación (Cecilia Rosado) lo confesó ante el tribunal. Pero la cuestión pasa por saber si existen suficientes indicios que apunten a la expresidenta como inductora. Durante el juicio, nadie la ha señalado directamente, pero la Fiscalía y la URJC mantienen que ella estaba detrás. En ese sentido, Rosado explicó que una asesora de la Comunidad que se había desplazado aquel día hasta la universidad, María Teresa Feito, la presionó y pidió expresamente que creara el documento que esa misma noche exhibió Cifuentes para eludir la polémica. El rector, Javier Ramos, y otros testigos también destacaron el papel activo que jugó Feito para solucionar la crisis. Daban por hecho que hablaba en nombre del Gobierno de Madrid.

A su vez, los peritos policiales confirmaron este viernes que una funcionaria de la universidad —Amalia Calonge, compañera de trabajo de la hermana de Cifuentes y que conocía previamente a la expresidenta— entró en el sistema informático sin permiso y modificó dos notas de la dirigente del PP (una de ellas, la del TFM).

¿Exhibió Cifuentes el acta a sabiendas de que era falsa? Una vez decidido si Cifuentes defendió el TFM o no, surge esta otra pregunta que ya brotó en la instrucción. Cuando se confirmó el procesamiento de las imputadas, la Audiencia Provincial expuso como argumento que existían indicios de que la expresidenta había “exhibido públicamente el documento inveraz que había inducido a confeccionar, siendo plenamente consciente de su falsedad, pues era sabedora, como nadie, que no había llevado a cabo el trabajo de fin de máster, ni había defendido el mismo ante un tribunal universitario”.

¿Hay más documentos falsos? El juicio ha puesto sobre la mesa una baza para Cifuentes, que ya responsabilizó a la URJC de los hechos en su declaración. Se han detectado más documentos con firmas falsas —los peritos policiales hablaron este viernes de una media docena, además de alumnos que no reconocen las suyas—. Esto abre la puerta a que las defensas aleguen que esta era una práctica común en el máster que dirigía Álvarez Conde y que otras personas pueden estar detrás, ya que se hizo en casos donde Cifuentes no tenía interés.


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