¿Qué pensarán las próximas generaciones sobre nosotros?

Eulogia Merle

El Mediterráneo es cuna de civilizaciones y culturas históricas. Todas ellas caracterizadas por el pensamiento radical, la ambición, la movilización y la acción. Es así como impulsaron cambios profundos en la humanidad, generando un impacto que está presente en nosotros hoy en día.

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Puede que ahora vivamos en una época muy distinta, pero haríamos bien aprendiendo lecciones y extrayendo inspiración de nuestra historia y planteándonos la siguiente cuestión: ¿qué pensarán las próximas generaciones sobre nosotros?

La creciente crisis climática y medioambiental es la mayor prueba a la que todos nos enfrentamos.

Hoy recibo en Atenas a los jefes de Estado y de Gobierno de Croacia, Chipre, Francia, Italia, Malta, Eslovenia, España, al ministro de Asuntos Exteriores portugués y a la presidenta de la Comisión Europea, para el octavo encuentro de los países del sur de Europa (EUMED), donde el tema principal será el cambio climático en nuestra región. Nos reunimos tras un verano en el que muchos de nuestros países —e incluso numerosas naciones a lo largo del mundo— han presenciado fenómenos climatológicos extremos. En Grecia hemos asistido a un récord de temperaturas y muchos meses de sequía, que han convertido al país en un polvorín.

El Mediterráneo es altamente vulnerable al impacto del cambio climático. Estamos experimentando olas de calor más intensas, así como sequía, fuertes precipitaciones, inundaciones e incendios. La crisis climática ya no es un concepto abstracto. Está ocurriendo.

Por eso, estoy convencido de que los líderes de la EUMED permanecerán unidos bajo la fuerte convicción de que una acción global, urgente y ambiciosa es clave. La declaración de Atenas que vamos a adoptar marca un nuevo compromiso para tomar medidas drásticas en zonas clave.

En primer lugar, debemos reafirmarnos en nuestro compromiso de limitar el incremento de la temperatura global a 1,5ºC y asegurarnos de que la voz del Mediterráneo se escucha de forma contundente en el escenario global, que nuestras acciones se intensifican y la fuerza de nuestro proyecto común se activa de una forma real.

Es imprescindible una rápida alineación de las inversiones públicas y privadas en mitigación de riesgos, adoptando la neutralidad y la adaptación climática. Necesitamos alcanzar niveles sin precedentes de colaboración e imaginación.

La implantación de infraestructuras descarbonizadas y resistentes al clima debe acelerarse y debemos comprometernos a trabajar juntos, con la Unión Europea, para conseguir los mejores resultados posibles en la COP 26.

En segundo lugar, con respecto a la biodiversidad, estamos observando cómo las especies endémicas de la región están siendo amenazadas por la degradación y la pérdida de hábitats. Por eso es de vital importancia colaborar traspasando nuestras fronteras para cambiar sustancialmente la situación.

En tercer lugar, necesitamos invertir en la protección de nuestros bosques. A largo plazo, los efectos adversos de los incendios forestales en el Mediterráneo son enormes. Estamos observando ya cómo cambian las características de las cuencas de drenaje y aumenta la erosión del suelo, poniendo en peligro numerosas especies.

Allá donde se hayan producido daños, debemos actuar. Tenemos que fomentar el intercambio de tecnología y experiencia para la recuperación de los ecosistemas y la restauración de zonas degradadas.

En cuarto lugar, en el medio marino se hicieron avances importantes en el Congreso Mundial de la Naturaleza (IUCN) celebrado este mes en Marsella, como la protección del 30% de las áreas marinas y costeras para el año 2030 y el cese de la sobrepesca. El papel de la Economía Azul en la consecución de los objetivos del Pacto Verde Europeo en el Mediterráneo es crucial.

Observamos una demanda acumulada de viajes tras el impacto de la covid, pero debemos asegurarnos de construir un modelo de turismo sostenible. No midiendo el éxito por el número de turistas que nos visitan, sino abordándolo desde un punto de vista mucho más sofisticado. Tenemos que reducir la huella ambiental, climática y energética de toda nuestra Economía Azul relacionada con las actividades marítimas, terrestres y costeras, con el objetivo de hacerlas circulares.

Por último, en lo relativo a protección civil, prevención y respuesta ante desastres, debemos intensificar la cooperación entre los socios mediterráneos. Los desafíos a los que nos enfrentamos comparten un perfil común y los países mediterráneos debemos intercambiar conocimientos y recursos. También necesitamos una mejora del Mecanismo Europeo de Protección Civil, así como un refuerzo sustancial del RescEU en el Mediterráneo proporcionando una reserva europea de recursos.

Al igual que en el pasado, necesitamos comenzar un periodo de pensamiento radical, ambición, movilización y acción para impulsar el progreso transformador de la humanidad. La EUMED, como grupo de naciones, debe alzarse de nuevo por el bien de nuestro frágil planeta.

Tenemos que construir un futuro fundamentado en la justicia y la igualdad, donde las personas y la naturaleza puedan prosperar. Uno que haga que las próximas generaciones miren hacia atrás con orgullo.

La lucha por crear un futuro próspero, equitativo y sostenible para nuestra sociedad va a ser difícil de ganar, pero es una batalla que no nos podemos permitir perder.

Kyriakos Mitsotakis es primer ministro de Grecia.


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