¿Quién dijo que la física era aburrida?


Una cosa es que tu profesor te explique lo que es la acción de la gravedad terrestre dentro del aula y otra muy distinta es que puedas experimentarlo tú mismo gracias a una breve y emocionante caída libre desde 63 metros de altura y a 80 kilómetros por hora. Que te expliquen que la aceleración es la misma para todos los cuerpos o que puedas verlo, comprenderlo y sentirlo en tu propia piel, como han podido hacer recientemente 806 alumnos de 4º de la ESO y 1º de Bachillerato, de 15 centros públicos y privados de la Comunidad de Madrid, gracias a las Jornadas de la Física que El Parque de Atracciones de Madrid ha organizado este mes de marzo.

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Un año más, y van ya 16, en el que los estudiantes han podido acudir al popular parque madrileño para vivir en primera persona y al aire libre principios fundamentales de la Física y de la Mecánica a través del funcionamiento de cuatro de sus atracciones más populares: Lanzadera, La Máquina, Tornado y Sillas Voladoras. Una convocatoria con todas las medidas de seguridad necesarias frente a la covid-19 (mascarilla obligatoria, distanciamiento entre grupos y gel hidroalcohólico en cada acceso) que no faltó a su cita ni siquiera en el infame 2020, cuando se salvó del Estado de Alarma por tan solo un par de días.

Aplicaciones prácticas

“Se trata de una iniciativa muy interesante porque ven y experimentan conceptos de física que no se pueden reproducir en una clase de manera experimental y práctica. Los laboratorios que tenemos en el centro son más de química”, explica Ángeles Florido, profesora de Física y Química en el IES Palomeras de Vallecas (Madrid). “Para mí, esta actividad es como unas horas de laboratorio en las que ellos son los conejillos de indias”. Un grupo de monitores del parque acompañan en cada momento a los alumnos para explicarles en cada atracción los conocimientos de cinética, dinámica, trabajo y energía que entran en juego en cada una de ellas. Y después de cada charla, llega el momento de la experimentación; de que los alumnos por fin la prueben antes de pasar a la siguiente. Después, una vez terminado el recorrido y hasta las cinco de la tarde, los estudiantes dispondrán de tiempo libre para disfrutar del parque a su antojo. De vuelta al centro escolar, eso sí, les espera un cuadernillo de actividades con el que repasarán lo aprendido en esta suerte de laboratorio al aire libre.

Pero en un año tan marcado por la pandemia de coronavirus, tanto docentes como alumnos reconocen que no todo gira en torno a la práctica académica: “También ayuda con la socialización, porque este curso apenas se han podido realizar prácticas escolares…. Además, a 1º de Bachillerato a veces llegan chicos de centros diferentes, y esto les ayuda aún más a integrarse”, añade Florido. Para Adrián, alumno de 1º de Bachillerato del IES Palomeras, “es una actividad divertida, que nos viene bien, porque aparte de aprender, vivimos y tenemos sensaciones nuevas que no sueles vivir en el día a día. Así podemos desconectar un poco y pasarlo bien con los amigos en un entorno que no sea el de las clases”.

En La Máquina, por ejemplo, el profesor Javier Vázquez ilustraba para los distintos grupos de alumnos la aplicación práctica en esta atracción de conceptos como la gravedad, la altura, la velocidad y la energía potencial y su transformación en energía cinética, así como en qué puntos estas magnitudes son mínimas o máximas. “Yo he trabajado como operario de atracciones, pero llevo colaborando en esta iniciativa ocho o nueve años. Con esto te sientes mejor y haces algo útil, porque ayudas a que los chavales se den cuenta de que estas atracciones no las hace un feriante, sino ingenieros que han estudiado Física para calcular pesos, velocidades y muchas otras cosas para que prime siempre la seguridad”, afirma. Las tradicionales sillas voladoras, por su parte, les sirven para estudiar el movimiento circular y magnitudes como los periodos, las frecuencias, la velocidad angular y lineal o la fuerza centrípeta.

Al comienzo de un sendero de piedra que lleva hasta los pies del Tornado, una de las diferentes montañas rusas del parque de atracciones, les recibe Paula Frías, una joven bióloga que participa por cuarta vez en la iniciativa. Allí les espera un buen golpe de adrenalina y, quizá, una sorpresa: “Todas las montañas rusas se basan en el principio de conservación de la energía, y lo que más les sorprende a los alumnos es que solamente hay ayuda mecánica externa en dos puntos: al principio, cuando hay un sistema de cadenas que impulsa el vagón al punto más alto, y al final del todo, cuando actúa el sistema de frenado magnético y mecánico. Pero el resto es pura física”.

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