EL PAÍS

Trump acusa a Biden de estar detrás de su posible arresto

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Donald Trump tampoco descansó este domingo. El fin de semana había empezado para él asegurando que el próximo martes será detenido en el marco de la investigación por el presunto pago de 130.000 dólares, poco antes de las elecciones que lo llevaron en 2016 a la Casa Blanca, para comprar el silencio de la estrella pornográfica Stormy Daniels. También animó el sábado a sus partidarios a “protestar” para “recuperar” el “país”. Poco más de 24 horas después, el expresidente regresó a su púlpito predilecto, Truth Social, red social fundada por él mismo tras su expulsión en 2021 de Twitter, y acusó al presidente Joe Biden de complicidad en la “caza de brujas” que podría acabar con su arresto.

Trump mandó el siguiente mensaje (las mayúsculas y las comillas son suyas): “Biden quiere aparentar que no tiene nada que ver con el Asalto a la Democracia del Fiscal de Distrito de Manhattan cuando, de hecho, ha ‘llenado’ la Oficina del Fiscal de Distrito con gente del Departamento de Injusticia, incluido un alto funcionario de ese departamento de DC [demarcación que alberga la Capital Federal], que en realidad está dirigiendo la caza de brujas de ‘Horseface’. Bragg es un (Soros) Racista Inverso, que recibe órdenes de DC. Los vencí DOS VECES, me fue mucho mejor la segunda vez y, a pesar de su campaña de DESINFORMACIÓN, no quieren competir contra ‘TRUMP’ o con mi GRAN ¡RÉCORD!”.

“Horseface” es el mote que Trump, que tiene el talento para la crueldad de un abusón de patio de colegio, puso a Daniels, la demandante. La traducción literal es “cara de caballo”. Soros es el millonario filántropo progresista George Soros, una de las bestias negras de la derecha estadounidense. Y Bragg es Alvin Bragg, el fiscal afroamericano (de ahí, lo de “Racista Inverso”) que, sospechan Trump y los suyos, está a punto de imputar al magnate, lo que acarrearía su arresto en Nueva York.

Con su mensaje del sábado, Trump había puesto patas arriba los círculos políticos y mediáticos estadounidenses. En él, advertía que su detención llegará tan pronto como este martes. De producirse, marcaría un hito histórico y provocaría un terremoto de impredecibles consecuencias en Estados Unidos. No solo sería la primera vez en la que un expresidente se vería en el trance de que le tomen las huellas o le pidan una fianza, también implicaría entorpecer seriamente la carrera de un candidato a la Casa Blanca para las elecciones presidenciales de 2024, en la que, de salir elegido por su partido, se enfrentaría, muy probablemente, a Biden, en una reedición de la lucha en la que se midieron en las elecciones de 2020.

En su mensaje del domingo, Trump también alude a ese momento, al decir “los vencí [a los demócratas] DOS VECES” y, también, que le fue “mucho mejor la segunda vez”. Con ello, vuelve a dar alas a las teorías, que no ha podido probar, de que entonces le robaron en las urnas. Esos bulos condujeron, según demostró la comisión de investigación del Congreso de los hechos del 6 de enero de 2021, al asalto al Capitolio. La exhortación lanzada el sábado a sus seguidores para la protesta recordó en su retórica a la de los mensajes previos a aquella insurrección.

El fiscal Bragg respondió a esas amenazas horas después con un correo electrónico enviado a los empleados de la Fiscalía de Manhattan. Obtenido por Politico, en él les decía que no pensaba tolerar los “intentos de intimidación”. “[Nos aseguraremos] de que se investigue a fondo cualquier amenaza específica o creíble contra la oficina y de que se pongan en marcha las medidas de seguridad adecuadas”. Estos días, los medios estadounidenses informaron sobre reuniones entre las diferentes agencias locales, estatales y federales para tratar la mejor manera de prepararse ante las consecuencias de un arresto de Trump.

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La semana empezará en Manhattan, según la CNN, con la comparecencia ante el gran jurado que investiga el caso de un testigo, cuya identidad no ha trascendido. Tampoco está claro si será el último antes de la posible imputación del expresidente. Sus abogados defensores recibieron hace unos días una invitación para que Trump testificara. Cabe interpretar ese gesto, teniendo en cuenta las costumbres del sistema judicial estadounidense, como el preludio a una pronta imputación.

Los republicanos cierran filas

De momento, el Partido Republicano ha cerrado filas en torno a la que aún es su figura de mayor ascendente. Esa defensa ha llegado también de algunos de sus tempranos contrincantes a la designación en las primarias, como Mike Pence, que fue su vicepresidente, o el millonario anti-woke Vivek Ramaswamy. Su gran enemigo en casa, el gobernador de Florida Ron DeSantis, no había reaccionado este domingo a las noticias.

Trump se enfrenta a múltiples investigaciones, desde la que está conduciendo un fiscal especial por los documentos clasificados hallados el pasado verano por el FBI en su residencia particular de Mar-a-Lago, en Florida, a la que trata de depurar su responsabilidad en la presión a funcionarios republicanos para que revirtieran el resultado de las elecciones de 2020. De todas ellas, podría ser la denuncia de una actriz porno la que acabe con su detención.

Los hechos se remontan a 2006, cuando Trump invitó a Daniels a una habitación de hotel en Luisiana tras un torneo de golf de famosos. Allí mantuvieron, según la denuncia de la actriz, relaciones sexuales después de que aquel le prometiera que la ayudaría a dar el salto a la televisión, donde el entonces magnate, que niega las acusaciones, era toda una estrella.

Lo que juzgan Bragg y los suyos es si una década después su exabogado Michael Cohen pago a Daniels 130.000 dólares para que esta callara poco antes de las elecciones en las que Trump venció a Hillary Clinton. Cohen se declaró culpable en 2018 de haberle soltado ese dinero a la actriz, lo que contraviene las normas federales sobre financiación de campañas electorales.

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