Trump se aferra a las FARC y a Maduro para asegurarse un sector de Florida

Iván Duque y Mike Pompeo en la Casa de Nariño, en Bogotá.
Iván Duque y Mike Pompeo en la Casa de Nariño, en Bogotá.Presidencia de Colombia

El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, reiteró esta sábado desde Colombia que la guerrilla del ELN y las disidencias de las FARC que se apartaron del proceso de paz son acogidas del otro lado de la frontera con Venezuela en un comportamiento que no se puede tolerar. El régimen “ha brindado refugio seguro, ayuda y alberge a terroristas”, ha asegurado tras reunirse con el presidente Iván Duque en la Casa de Nariño. “Nicolás Maduro es un criminal de lesa humanidad”, respondió el mandatario colombiano en alusión al nuevo informe de la ONU que acusó esta semana al Gobierno chavista de crímenes como torturas y asesinatos.

“Tiene que parar este desangre”, señaló Duque tras recordar que, como senador, denunció a Maduro ante la Corte Penal Internacional. “Hay un régimen de violaciones a los derechos humanos de manera sistemática”, apuntó el mandatario sobre el país vecino, y la comunidad internacional “tiene que actuar para que esta situación termine”. Duque asumió el poder hace dos años con la promesa de aislar al heredero de Hugo Chávez, al que no reconoce y tilda de “usurpador”. Como principal promotor de ese “cerco diplomático”, en sintonía con Washington, el Ejecutivo colombiano se ha convertido también en el gran apoyo de Juan Guaidó, el líder de la Asamblea Nacional reconocido por cerca de 60 países como presidente encargado que enfrenta un momento crítico ante las elecciones legislativas convocadas para final de año. Ese respaldo irrestricto a Guaidó ha elevado la tensión entre dos países que comparten una frontera de más de 2.200 kilómetros.

Colombia es además el principal país de acogida de la diáspora que huye empujada por la hiperinflación, la inseguridad o la escasez de alimentos y medicinas, con 1,7 millones de venezolanos asentados en su territorio, según las cifras de las autoridades migratorias. “Hemos tenido una política fraterna para atender hermanas y hermanos venezolanos, pero sabemos que la situación allí es insostenible”, abundó Duque, elogiado por el jefe de la diplomacia estadounidense por haber atendido a los refugiados durante la pandemia de la covid-19. “Los colombianos deben estar orgullosos”, afirmó Pompeo.

En la última parada de una gira regional, Pompeo, que calificó a Duque como “un verdadero líder para la región”, se ha asegurado de reactivar la presión sobre Maduro. La víspera, calificó al presidente venezolano de “narcotraficante” y reiteró que Estados Unidos se propone sacarlo del poder desde la ciudad brasileña de Boa Vista, capital del estado de Roraima, fronterizo con Venezuela, donde fue recibido por el canciller Ernesto Araújo en el único país en que no lo atendió un mandatario. “Maduro tiene que irse”, había afirmado en Guyana, donde se reunió con Irfaan Ali, y su tono fue parecido en Surinam, donde se encontró con Chan Santokhi. De Colombia saldrá este sábado a Texas, un estado con una importante comunidad latina, un electorado clave en plena campaña de Donald Trump por la reelección.

Es el cuarto viaje de Pompeo a Colombia desde que Duque llegó al poder. Ya había elogiado su compromiso para restablecer la democracia en Venezuela cuando visitó Cartagena en enero de 2019, después estuvo en abril en la ciudad fronteriza de Cúcuta para conocer de primera mano el impacto humanitario de la crisis migratoria y a comienzos de este año se reunió en Bogotá tanto con Duque como con Guaidó en el marco de una cumbre antiterrorista.

Aquel encuentro tuvo lugar en la misma escuela de cadetes en la que un atentado con carro bomba del Ejército de Liberación Nacional, la última guerrilla activa en Colombia, provocó la muerte de 22 jóvenes policías. El Gobierno Duque ha denunciado con insistencia, incluso ante la Asamblea General de la ONU, que Venezuela se ha convertido en un “santuario” de grupos armados ilegales colombianos, y en que el ELN, cobijado por las autoridades chavistas, mantiene una retaguardia al otro lado de la línea limítrofe. Pompeo también agradeció este sábado a Duque, como lo hizo en aquel entonces, “su liderazgo en la lucha contra Hezbolá en el hemisferio”, pues ejercer la máxima presión sobre la milicia libanesa a la que calificó como representante de Irán “es fundamental para la paz y la seguridad de todos los pueblos”.

Colombia, el socio privilegiado

La presencia del secretario de Estado en la Casa de Nariño escenifica la condición de Bogotá de socio privilegiado de la Administración de Donald Trump en el tablero regional. Durante el encuentro, discutieron temas relacionados con el manejo de la pandemia, la reactivación económica, la seguridad regional, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo trasnacional así como la situación de los migrantes venezolanos, de acuerdo con la Presidencia. También hablaron de la estrategia Colombia Crece, “un nuevo capítulo en la relación bilateral”, según Duque. El programa busca captar inversiones estadounidenses y destinar 5.000 millones de dólares al desarrollo de zonas rurales en el país sudamericano, y fue lanzado el 17 de agosto en plena campaña de Mauricio Claver-Carone, el candidato de la Casa Blanca que se impuso en la elección por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En ese reciente pulso diplomático, Colombia fue uno de los primeros y más entusiastas promotores de Claver-Carone, en contra de la presión regional y a pesar de que su nombre rompe la tradición de mantener un latinoamericano al frente del organismo. Como ya lo había hecho con George W. Bush el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), su mentor político, Duque se ha jugado por una diplomacia alineada con Washington, un aliado en la lucha antinarcóticos y contrainsurgente desde que se lanzó el Plan Colombia con el cambio de siglo. Bogotá exhibe esa estrecha alianza con Trump a pesar del riesgo de quedar a contrapié ante una eventual derrota del republicano en los comicios de noviembre que implique la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca. Diversos analistas advierten del peligro de resquebrajar la tradición diplomática de buscar un consenso bipartidista en Washington.

A pesar de la buena sintonía en torno a Venezuela, Estados Unidos ha ventilado en varias ocasiones su preocupación por la extensión de los cultivos de hoja de coca en Colombia, una fuente de fricciones. Esta misma semana, la administración Trump certificó a Bogotá en su lucha antinarcóticos, pero acompañó ese memorando con una advertencia por los “niveles inaceptablemente altos” de narcocultivos. La superficie total pasó de 169.000 a 154.000 hectáreas al cierre del año pasado, de acuerdo con la medición oficial de la ONU, un descenso con respecto al récord de 171.000 hectáreas en 2017. “Todos necesitamos hacer más para alcanzar la meta de reducir los cultivos de coca a la mitad”, apuntó Pompeo tras su encuentro con Duque. La Casa Blanca también descertificó a Venezuela y Bolivia por incumplir a su juicio con sus compromisos internacionales para combatir el narcotráfico.


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